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El gestor, el gran aliado del autónomo

Tener al día el papeleo con Hacienda, asesorar en temas impositivos y planificar las tributaciones son algunas de las tareas en las que ayudan a los trabajadores por cuenta propia

Papeleo, facturas y obligaciones fiscales varias. Estas tareas son una constante entre los trabajadores autónomos, que deben llevar un control exhaustivo de todo lo que facturan y gastan para poder estar al día con Hacienda. Y todo ello, sin desatender su negocio. No sólo tienen que hacerlo para no sufrir sanciones por no entregar algún formulario, sino que deben ser muy minuciosos en tiempos y trámites si quieren acogerse a ciertos beneficios fiscales o bonificaciones por su actividad profesional.

En la mayoría de las ocasiones, los autónomos no controlan del todo el mundo burocrático y por eso muchos recurren a una figura que les resulta de gran ayuda: el asesor fiscal. Pero, ¿en qué consiste su trabajo? ¿Es un mero gestor o también ayuda en el día a día de la empresa? Estas son las 10 principales funciones de un asesor de las que se pueden beneficiar los autónomos:

Asesoría y planificación fiscal. Se encarga de gestionar el patrimonio y asesorar en cuanto a inversiones o gastos dentro de la normativa tributaria y en defensa de los intereses de los contribuyentes. Y todo ello adaptado a cada negocio.

Mediador con Hacienda. El asesor fiscal proporciona información, asistencia y representación en las relaciones del autónomo con la Administración Tributaria. Por ejemplo, puede dar de alta y de baja a la empresa en el Registro Mercantil. Y también puede presentar alegaciones, liquidaciones, negociación de aplazamiento de pago…

Maneja la información tributaria. Tiene acceso a las bases de datos fiscales, como Normacef, así como a otras herramientas telemáticas de la Administración.

Analiza la realidad jurídico-tributaria, para elegir las mejores soluciones a problemas determinados, tomando decisiones óptimas en los plazos establecidos.

Liquidaciones tributarias. Controla que el autónomo cumpla en tiempo y forma con todas las liquidaciones que tiene que hacer. Así, se encarga de presentar el IVA trimestral, el IRPF…

Da información sobre la normativa tributaria que se debe aplicar en cada caso.

Identifica las responsabilidades tributarias. En caso de que haya alguna irregularidad, reconoce si la calificación es incorrecta y si se cumple o no con las obligaciones tributarias formales y materiales. Asimismo, avisa de las consecuencias que pueda tener incumplirlas.

Derechos aduaneros. Conoce la base imponible y aconseja en cuanto a importaciones y exportaciones.

Asesora en materia de tributos locales y cedidos a las comunidades autónomas, con el fin de aplicar una metodología de optimización fiscal para el contribuyente.

Sucesiones y donaciones. Realiza una planificación fiscal adecuada para transmitir bienes y derechos, la sucesión de las personas físicas o la estructura y composición de un patrimonio personal.

Por eso, el asesor fiscal no sólo es adecuado para el papeleo diario y las obligaciones tributarias, sino que también proporciona una ayuda muy útil en el resto de burocracia y temas legales que se escapan del conocimiento del autónomo. El hecho de dejar estas tareas en manos de quien conoce todos los resquicios legales, permite al trabajador por cuenta propia centrarse en su negocio y en su actividad diaria, con la seguridad de que el asesor le va a ofrecer las mejores ventajas y le permitirá despreocuparse de la excesiva burocracia.

Precisamente ese papeleo es, según varios estudios, el principal problema al que se enfrentan los autónomos en su día a día. De hecho, de los 3,2 millones de trabajadores por cuenta propia que hay en España, el 47,5% considera que la principal traba que se encuentra en su trabajo son las altas cargas sociales y administrativas.

FUENTE: EL MUNDO

 

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