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El fin del paraíso fiscal luso para los jubilados extranjeros

Carmen Martínez de Bordiu, Marcos de Quinto o Madonna se han beneficiado del régimen tributario. El Algarve tiene un encanto especial en invierno. Sin la masificación de los meses de calor, pero con un clima siempre benigno, se puede disfrutar de atractivos que han sobrevivido a décadas de estropicios urbanísticos como los fascinantes vientos del cabo de San Vicente en la esquina sudoccidental de la Península, los bellos rincones de los cascos antiguos de Lagos y de Faro, acantilados caprichosos como los de Praia da Rocha de Portimão, el paseo marítimo de Olhão o la señorial villa de Tavira.

En esta época de baja afluencia a la región turística lusa por antonomasia resulta más visible la legión de jubilados procedentes del norte de Europa que gozan del sol y de costumbres tan portuguesas como la de tomar un excelente café en una plaza por menos de un euro. Entre ellos están los inscritos como residentes no habituales, quienes llegaron en el último decenio atraídos por el llamado Eldorado portugués , un paraíso fiscal que permitía tener durante diez años una exención total de la jubilación cobrada en otro país.

Cifras

Los residentes no habituales llegan a los 30.000, pero no todos son jubilados

Este controvertido régimen, objeto de las iras externas de algunos de los estados de procedencia, y también de críticas internas por su carácter discriminatorio para los pensionistas autóctonos, fue modificado esta semana por el Parlamento luso, en el marco de la aprobación del presupuesto del Estado para este año. Sin que pierdan sus derechos quienes ya están incluidos en el régimen de residentes no habituales, los que se inscriban a partir del 31 de marzo pagarán un 10% en el IRS, el impuesto sobre la renta. Si bien el tipo resulta inferior al normal, supone el fin de la fase de impuestos cero.

 “Para nosotros es oro sobre azul”, declaró a la RTP en el 2017 Pascal, un entonces recién adherido al sistema del paraíso fiscal para los jubilados. Pascal era un pensionista francés que acababa de asentarse con su mujer, también retirada, en un apartamento recién comprado en Faro. Para explicar la decisión de instalarse en el sur de Portugal invocaba razones meteorológicas, las de “un clima nada agresivo, que nos permite salir de casa cuando queramos, de día o de noche”.

También destacaba la seguridad de un país cuyas autoridades acostumbran a presumir de una de las tasas de criminalidad más bajas de Europa. “No tenemos que estar pendientes de vigilar el bolso de mi mujer o de si llevamos una maleta”, añadía Pascal. Afirmaba que si bien la exención total de impuestos no había sido la única razón de haberse mudado al Algarve, sí que constituía una motivación de peso, ese factor dorado sobre el cielo azul que suele lucir sobre el mar en Faro.

Los franceses constituyen precisamente el primer grupo de beneficiarios de este paraíso fiscal portugués para pensionistas, de acuerdo con los datos difundidos por la agencia Lusa hace un año. En total eran casi 10.000 los jubilados extranjeros que se beneficiaban de la exención fiscal durante diez años, de los que un tercio procedían de Francia. El conjunto de los residentes no habituales (no sólo los pensionistas) se aproximaba a los 30.000, entre los que apenas un 8% estaban acogidos a la modalidad dirigida a profesionales altamente cualificados, a los que se les cobra un tipo reducido del impuesto de la renta de un 20% sobre sus ingresos generados por Portugal.

Régimen

El clima, la seguridad, el bajo coste de vida y los impuestos cero atraían a los europeos

Según las escasas informaciones que han aparecido en los últimos años sobre un régimen que las autoridades lusas han manejado con cierta opacidad, además de Francia entre los principales países de procedencia del conjunto de los residentes no habituales figuran el Reino Unido, Italia, Brasil, Suecia y España.

Aunque existe desde el 2009, este régimen experimentó un crecimiento en los últimos años. Los pensionistas que se acogieron a él destacaban que les había impulsado a hacer inversiones en Portugal, como la compra de la vivienda y otras, como adquirir automóviles o embarcaciones de recreo. También hay los que decían llevar una vida más modesta, aprovechando el menor coste de la vida y disfrutando del buen tiempo y la tranquilidad.

Estos beneficios fiscales supusieron una merma en los ingresos del Estado de unos 600 millones de euros en el 2018, lo que alimentaba las fuertes críticas que realizaban asociaciones de pensionistas, que recordaban como a los portugueses se les había recortado su jubilación tras el rescate internacional, y de formaciones políticas como el Bloque de Izquierda. En cambio, la asociación de profesionales y empresas inmobiliarias aseguraba que esta medida y la de los “visados dorados” generaron hasta el 2018 inversiones por 15.000 millones de euros.

Los visados de oro, permisos de residencia que se conceden a cambio de inversiones de, por ejemplo, más de medio millón, también fueron modificados por el presupuesto aprobado el jueves por el Parlamento portugués, al dejar de autorizarse para las áreas metropolitanas de Lisboa y Oporto, a fin de intentar frenar la burbuja inmobiliaria existente en las dos principales ciudades.

El nuevo tipo del 10% en el impuesto sobre la renta para los jubilados extranjeros fue introducido por una enmienda presentada por el gobernante Partido Socialista, que contó con el apoyo de la principal fuerza conservadora, el PSD, y del animalista PAN, mientras se abstenían el Bloque de Izquierda y el Partido Comunista y se oponían el conservador CDS, la Iniciativa Liberal y la ultraderecha del Chega.


Críticas

Suecia: “Los suecos pueden irse a Portugal por el fado, pero no para pagar menos”

La exención fiscal a los pensionistas extranjeros existía gracias a un controvertido uso de los convenios bilaterales sobre doble tributación que ha generado malestar en algunos de los países de procedencia, como Francia, Suecia o Finlandia. Además, desde hace dos años el ministro de Finanzas portugués, Mário Centeno, preside el Eurogrupo, lo que generaba situaciones incómodas. En el 2017 la ministra de Finanzas de Suecia, Magdalena Andersson, afirmó que si los pensionistas de su país se mudaban a Portugal “porque les gusta el fado, el vino verde o el clima”, deberían poder hacerlo, pero que resultaba inaceptable que el Estado luso no les cobrase impuestos.

En mayo del 2019 Portugal se vio obligado a firmar con Suecia un acuerdo que se interpretó como el comienzo del fin de Eldorado, pues se establecía que si en tres años no pasaba a cobrarles impuestos lo haría el país nórdico. Ahora, con el nuevo 10%, el Gobierno luso intenta salvar una parte de su régimen.

Las caras conocidas

La cantante Madonna se estableció en Lisboa, levantando críticas y polémicas; Carmen Matínez de Bordiú, la nieta de Franco, aprovechó los beneficios fiscales; John Malkovich, desde hace años, incluso a abierto un restaurante en Portugal; y el exejecutivo de Coca Cola, Marcos de Quinto, vivía en el país antes de ser diputado.

FUENTE:  LA VANGUARDIA

 

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